sábado, 13 de septiembre de 2014

Ladrillos y Mortero

Esta ensayo fue presentado en la doceava feria del libro de la ciudad de Chajari, edición 2014, en la categoría Ensayo, cuya temática propuesta por los organizadores del concurso fue "Construcción Colectiva". 

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Ladrillos y Mortero
La sociedad es como una gran pared donde cada uno de los ciudadanos es un ladrillo. Ahora bien ¿Es posible señalar el o los ladrillos más importantes? La respuesta es no, a ningún ladrillo puede otorgársele la mayor importancia.
Cuando un ladrillo o un grupo de ladrillos no se mantiene en línea con el resto, la pared tenderá a inclinarse, perderá su equilibrio y finalmente se desplomara. En algunas ocasiones la existencia de grupos de ladrillos que sobresalen a ambos lados de la vertical, hace que la pared tenga una aparente estabilidad, pero lo que se tiene en esos casos es un equilibrio inestable, es decir, en cuanto algunos cedan, la pared sucumbe.
Todas las sociedades comparten el mismo objetivo, el Bien Común. Dependerá de la época, la cultura, la economía y otros tantos factores, lo que cada sociedad entiende por bien común, pero lo que no varía es que todas las sociedades buscan mejorar la calidad de vida de los individuos que la conforman, buscan progresar. “El Bien Común de la sociedad no es la mera suma de los bienes particulares de las personas” [Parafraseando a Tomas de Aquino y con él a Platón y Aristóteles]. A su vez, todas las sociedades, desde una familia o un club hasta una nación, conforman una más grande que es la gran comunidad internacional.
Análogamente, sin importar el tamaño, pudiendo ser la pared de un gran edificio o la de la casa más modesta, esta tendrá el objetivo de poner a cubierto a quienes están dentro. Todos los ladrillos hacen fuerza para conformar una estructura que tiene un objetivo (una alineación). Cada ladrillo por separado no cumple su razón de ser, solo tendrá sentido cuando conformen una pared. Por esta razón, si alguno de estos faltare, cualquiera de ellos, el viento o el agua podrían filtrarse y esta dejaría de brindar protección (de cumplir su objetivo).
Como a una pared, una sociedad se construye desde abajo, primero afirmando bien sus cimientos y después colocando los primeros ladrillos para seguir construyendo hacia arriba, siempre buscando altura y asegurándose de la verticalidad y horizontalidad de su totalidad. Los primeros ladrillos son el soporte de los segundos, se apilan unos sobre otros. De ahí la importancia de todos, cuando falta uno, los que deben descansar sobre él, pierden su apoyo.
Bajo ningún concepto debe hacerse una analogía entre la altura de los ladrillos y la clase social de una persona. Ya hemos dicho que no es posible clasificar los ladrillos por su importancia, lo que sí sucede, es que una sociedad, al igual que una pared, está conformada por individuos de todas las edades, donde los más recientes harán uso (se apoyaran) de lo que han hecho los más antiguos.
Si una pared está conformada por ladrillos y mortero y si cada uno de nosotros es un ladrillo
¿Cuál es el mortero de la sociedad?

El mortero no solo cumple la vital tarea de unir y mantener juntos los ladrillos de una pared, sino que también las bases están hechas de él.
Dicho esto, ¿Qué conocemos que tenga las características del mortero, unificar y juntar? Reformulemos la pregunta, ¿Que permite que cada uno de los ciudadanos se mantenga junto al resto?
Como individuos, además de ser únicos e irrepetibles, merecedores de derechos desde antes de nacer y acreedores de obligaciones desde nuestra mayoría de edad, tenemos dos cosas que nos diferencian de otros seres vivos de este bello planeta: la Razón y el Espíritu.
Estas dos características humanas, permiten que las personas forjemos relaciones de todo tipo: familiares, comerciales, laborales, de amistad, etc. Estas hacen que tenga sentido vivir en sociedad. Son estas relaciones el mortero unificador de toda sociedad.
El mortero que sostiene los ladrillos de una pared podrá ser bueno o malo. Si es malo la pared no soportará ni fuerzas externas ni tensiones internas, cederá ante el movimiento de la tierra o la fuerza del viento. De la misma forma las relaciones humanas podrán ser buenas o malas. En la medida que sean malas, será más difícil mantener unida la sociedad y en consecuencia lograr el objetivo. Si el mortero está bien preparado la pared es lo suficientemente rígida y todos los ladrillos realizan el mismo esfuerzo para mantenerla en pie. De lo contrario, habrá ladrillos que realizan más esfuerzo que otros y terminan por fatigarse, su tensión admisible se reduce. Los ladrillos que rodean a otro que esta fatigado, comienzan a soportar más peso, por lo que también terminaran por fatigarse. Es decir, se genera una reacción en cadena que avanza debilitando a todos los ladrillos que conforman la estructura, las fuerzas se concentran cada vez en menos individuos. El resultado es una pared débil y frágil con ladrillos fatigados y propensos a estallar.
Este material que estamos llamando mortero, es una mezcla de otros materiales que al combinarse conforman uno nuevo con propiedades aptas para construir. Una vez el mortero fragua es muy resistente, pero no por eso inmune a la tensión constante que debe soportar toda pared. Claro que mientras mejor sean los materiales con que se realiza la mezcla y justas sean las proporciones de cada uno de ellos, la estructura se mantendrá inamovible por más tiempo. Llegado el momento, si la estructura se vence, lo hará solo en partes, en aquellas donde el cemento (o los ladrillos) no fue bueno, por lo que será posible reconstruirla. Muy distinto a una pared construida, desde sus bases, con mortero de mala calidad.
¿Cuáles son los materiales con que forjar el mortero social?
Las buenas relaciones entre las personas están hechas a base de las virtudes y buenas costumbres de los individuos de toda sociedad.
A continuación voy a mencionar algunos materiales, por fortuna muy económicos, que son necesarios para preparar un buen mortero social.
La Prudencia es uno de ellos. No puede ser un buen ciudadano quien no es prudente. Un ciudadano prudente no bebe alcohol si sabe que debe conducir, no fuma delante de los niños, no insulta, no agrede, no raya paredes, etc. Es por eso que es necesaria una justa proporción de prudencia en toda relación social.
También es necesaria en toda relación, una proporción de Tolerancia. En una sociedad de individuos tolerantes el progreso es inminente, debido a que es posible la convivencia de ideas totalmente diferentes, pero de forma armónica y coordinada. Esto hace que la puja constante, pero ordenada y sin violencia, de estas ideas genere nuevas alternativas todo el tiempo. La tolerancia es buena en todos los campos de dominio de una persona. Por ejemplo, en la familia evita peleas absurdas y en los negocios abre puertas que suelen estar cerradas por prejuicios. La tolerancia es el agua del mortero, lo que permite que todos los materiales se mezclen formando una pasta homogénea.
Difícilmente se logre consistencia si no se agrega una medida de Justicia. "La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho" [Dominicio Ulpiano, Jurista Romano del siglo III]. En esta simple definición no se habla de reprimir a nadie, se aclara esto para quienes asocian justicia con castigo. Darle a cada uno lo suyo, es darle a todos las mismas oportunidades, sin distinguir por raza, religió o color. Si todos tienen las mismas oportunidades, será responsabilidad de cada individuo actuar libremente para aprovecharlas o no.
Cada uno de nosotros puede ser justo o no, pero en la medida en que no actuamos justamente debilitamos la sociedad. Por lo general, los prejuicios hacen a las personas injustas porque se vuelven intolerantes y comienzan a ver con sus ojos y no a través de sus ojos. ¿Sera por eso que la Dama de la Justicia tiene los ojos vendados?
En una sociedad que no es justa, toda injusticia deriva en más injusticia y el más pequeño acto desigual crece exponencialmente con el tiempo, como una bola de nieve que cae por la colina. Sócrates decía que era mejor padecer una injusticia que cometerla, deberíamos reflexionar sobre esta afirmación, encuentro en ella una fórmula para disminuir la injusticia. Con esto no se propone colocar la otra mejilla a cada golpe, sino ser justos (no vengativos) ante las injusticias. La sabiduría radica en pensar "Si he de padecer un mal, que por lo menos sea injusto".
La Fortaleza es otro gran material para la mezcla, esta virtud es una nítida manifestación del espíritu de los hombres. Es esta virtud la que impulsa a los hombres a superarse a sí mismos, aun cuando todo está perdido. La voluntad es producto de la fortaleza y es necesaria para que una sociedad progrese o se levante si es que ha caído.
La Inteligencia es una cualidad que maximiza la Fortaleza. Esta cualidad es muy importante ya que solo voluntad, no es suficiente, es preciso canalizarla y esto se logra con inteligencia desarrollada a base de instrucción.
Es por esto que la buena Educación y las buenas condiciones de vida son fundamentales en toda sociedad. Son como las columnas de una pared. Una sociedad educada y con necesidades básicas satisfechas esta lista para emprender la marcha al futuro, sin volver hacia atrás la mirada.
Todos los materiales deben usarse en la medida justa, ni más ni menos. Exagerar las proporciones de algún componente, da como resultado mortero de mala calidad. Si es demasiado rígido no soportara tensiones repentinas y si es demasiado blando, se desgranara con el tiempo.
Paradójicamente todos estos materiales yacen dentro de cada uno de nosotros, no se consiguen en ningún otro lado, por lo tanto están a nuestro alcance y disposición en cada momento. Entonces, ¿Porque en muchas partes de la pared, el mortero es frágil y quebradizo, los ladrillos están flojos y el viento penetra por las grietas?
Es de notar que cuando una pared se desploma no lo hace ladrillo a ladrillo, sino que quedan escombros enteros de ladrillos que estaban bien unidos, esto se debe a que la pared sede donde el mortero es de mala calidad.
Ya alejándonos de la analogía, quiero resaltar, como bien lo hace Josef Pieper en su libro “Virtudes Cardinales”, que en la actualidad no es muy habitual escuchar hablar de virtudes y cuando se lo hace, solo es de forma curiosa o de manera irónica. Casi como si las virtudes fueran un concepto del pasado que no cabe en los espíritus modernos. Lamentable realidad, ya que las grandes hazañas fueron realizadas por hombres virtuosos que hoy nos conformamos con alabar y disfrutar de lo que ellos supieron conseguir. Los nuevos ladrillos que apoyamos sobre los viejos, deberíamos estar preparados para soportar a los nuevos que vendrán (más la fuerzas que siempre están).
Si cada uno de nosotros actuara de la misma forma en que actuaron a quienes admiramos, el mundo sería un lugar más agradable [Parafraseando a José Ingenieros en su libro “Las Fuerzas Morales”], la pared seria rígida y todos estaríamos más seguros. Por eso es importante saber a quienes elegimos como ejemplo y por ello también es muy importante actuar como si daríamos un ejemplo, como si siempre hubiera alguien observándonos y aprendiendo de nosotros. Cada individuo es importante, cada acción que efectuamos conlleva a su respectiva reacción en la sociedad. Cada palabra que pronunciamos compromete una realidad.
No es bueno confundir la admiración con el fanatismo, no es lo mismo admirar a alguien que idolatrar a alguien. Donde hay ídolos hay fanatismo y el fanatismo genera violencia. El fanatismo es la humedad en esta gran pared que conformamos, carcome por dentro hasta los cimientos haciéndolos más débiles. Erradicar la humedad, una vez que está avanzada, suele ser muy costoso y lo erróneo es remendar la pared con alguna agradable decoración que tape las manchas. Estas son solo síntomas de una enfermedad muy compleja que amerita un estudio cuidadoso, pero que por suerte se puede prevenir.
Cada uno de nosotros es libre y tiene en su poder forjar o no una pared que nos permite acercarnos lo suficiente al Bien Común. Es nuestro deber servir de apoyo a los futuros ladrillos y esto solo se logra siendo virtuosos operativos y desarrollando buenas costumbres, algo que no está en contra de la diversión y la felicidad que todos deseamos. Ser buenos hombres no es excluyente con disfrutar de la vida. Todos tenemos la responsabilidad de ser ladrillos y aportar a la construcción de una sociedad mejor.