Esta ensayo fue presentado en la doceava feria del libro de la ciudad de Chajari, edición 2014, en la categoría Ensayo, cuya temática propuesta por los organizadores del concurso fue "Construcción Colectiva".
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Ladrillos y Mortero
La
sociedad
es como una gran pared
donde cada uno de los ciudadanos
es un ladrillo.
Ahora bien ¿Es
posible señalar el o los ladrillos más importantes?
La
respuesta es no, a ningún ladrillo puede otorgársele la mayor
importancia.
Cuando
un ladrillo o un grupo de ladrillos no se mantiene en línea con el
resto, la pared tenderá a inclinarse, perderá su equilibrio y
finalmente se desplomara. En algunas ocasiones la existencia de
grupos de ladrillos que sobresalen a ambos lados de la vertical, hace
que la pared tenga una aparente estabilidad, pero lo que se tiene en
esos casos es un equilibrio
inestable,
es decir, en cuanto algunos cedan, la pared sucumbe.
Todas
las sociedades comparten el mismo objetivo, el Bien
Común.
Dependerá de la época, la cultura, la economía y otros tantos
factores, lo que cada sociedad entiende por bien común, pero lo que
no varía es que todas las sociedades buscan mejorar la calidad de
vida de los individuos que la conforman, buscan
progresar.
“El
Bien Común de la sociedad no es la mera suma de los bienes
particulares de las personas”
[Parafraseando
a Tomas de Aquino y con él a Platón y Aristóteles].
A su vez, todas las sociedades, desde una familia o un club hasta una
nación, conforman una más grande que es la gran comunidad
internacional.
Análogamente,
sin importar el tamaño, pudiendo ser la pared de un gran edificio o
la de la casa más modesta, esta tendrá el objetivo de poner a
cubierto a quienes están dentro. Todos los ladrillos hacen fuerza
para conformar una estructura que tiene un objetivo (una alineación).
Cada ladrillo por separado no cumple su razón de ser, solo tendrá
sentido cuando conformen una pared. Por esta razón, si alguno de
estos faltare, cualquiera
de ellos,
el viento o el agua podrían filtrarse y esta dejaría de brindar
protección (de cumplir su objetivo).
Como
a una pared, una sociedad se construye desde abajo, primero afirmando
bien sus cimientos y después colocando los primeros ladrillos para
seguir construyendo hacia arriba, siempre buscando altura y
asegurándose de la verticalidad y horizontalidad de su totalidad.
Los primeros ladrillos son el soporte de los segundos, se apilan unos
sobre otros. De ahí la importancia de todos, cuando falta uno, los
que deben descansar sobre él, pierden su apoyo.
Bajo
ningún concepto debe hacerse una analogía entre la altura de los
ladrillos y la clase social de una persona. Ya hemos dicho que no es
posible clasificar los ladrillos por su importancia, lo que sí
sucede, es que una sociedad, al igual que una pared, está conformada
por individuos de todas las edades, donde los más recientes harán
uso (se apoyaran) de lo que han hecho los más antiguos.
Si
una pared está conformada por ladrillos y mortero y si cada uno de
nosotros es un ladrillo
¿Cuál
es el mortero de la sociedad?
El
mortero no solo cumple la vital tarea de unir
y
mantener juntos los ladrillos de una pared, sino que también las
bases están hechas de él.
Dicho
esto, ¿Qué
conocemos que tenga las características del mortero, unificar y
juntar?
Reformulemos la pregunta, ¿Que
permite que cada uno de los ciudadanos se mantenga junto al resto?
Como
individuos, además de ser únicos e irrepetibles, merecedores de
derechos desde antes de nacer y acreedores de obligaciones desde
nuestra mayoría de edad, tenemos dos cosas que nos diferencian de
otros seres vivos de este bello planeta: la
Razón y el Espíritu.
Estas
dos características humanas, permiten que las personas forjemos
relaciones de todo tipo: familiares, comerciales, laborales, de
amistad, etc. Estas hacen que tenga sentido vivir en sociedad. Son
estas relaciones el mortero
unificador
de toda sociedad.
El
mortero que sostiene los ladrillos de una pared podrá ser bueno o
malo. Si es malo la pared no soportará ni fuerzas externas ni
tensiones internas, cederá ante el movimiento de la tierra o la
fuerza del viento. De la misma forma las
relaciones humanas podrán ser buenas o malas.
En la medida que sean malas, será más difícil mantener unida la
sociedad y en consecuencia lograr el objetivo. Si el mortero está
bien preparado la pared es lo suficientemente rígida y todos los
ladrillos realizan el mismo esfuerzo para mantenerla en pie. De lo
contrario, habrá ladrillos que realizan más esfuerzo que otros y
terminan por fatigarse, su tensión admisible se reduce. Los
ladrillos que rodean a otro que esta fatigado, comienzan a soportar
más peso, por lo que también terminaran por fatigarse. Es decir,
se genera una reacción en cadena que avanza debilitando a todos los
ladrillos que conforman la estructura, las fuerzas se concentran cada
vez en menos individuos. El resultado es una pared débil y frágil
con ladrillos fatigados y propensos a estallar.
Este
material que estamos llamando mortero, es una mezcla de otros
materiales que al combinarse conforman uno nuevo con propiedades
aptas para construir. Una vez el mortero fragua es muy resistente,
pero no por eso inmune a la tensión constante que debe soportar toda
pared. Claro que mientras mejor sean los materiales con que se
realiza la mezcla y justas sean las proporciones de cada uno de
ellos, la estructura se mantendrá inamovible por más tiempo.
Llegado el momento, si la estructura se vence, lo hará solo en
partes, en aquellas donde el cemento (o los ladrillos) no fue bueno,
por lo que será posible reconstruirla. Muy distinto a una pared
construida, desde sus bases, con mortero de mala calidad.
¿Cuáles
son los materiales con que forjar el mortero social?
Las
buenas relaciones entre las personas están hechas a base de las
virtudes
y
buenas
costumbres
de los individuos de toda sociedad.
A
continuación voy a mencionar algunos materiales, por fortuna muy
económicos, que son necesarios para preparar un buen mortero
social.
La
Prudencia
es
uno de ellos. No puede ser un buen ciudadano quien no es prudente. Un
ciudadano prudente no bebe alcohol si sabe que debe conducir, no fuma
delante de los niños, no insulta, no agrede, no raya paredes, etc.
Es por eso que es necesaria una justa proporción de prudencia en
toda relación social.
También
es necesaria en toda relación, una proporción de Tolerancia.
En una sociedad de individuos tolerantes el progreso es inminente,
debido a que es posible la convivencia de ideas totalmente
diferentes, pero de forma armónica y coordinada. Esto hace que la
puja constante, pero ordenada y sin violencia, de estas ideas genere
nuevas alternativas todo el tiempo. La tolerancia es buena en todos
los campos de dominio de una persona. Por ejemplo, en la familia
evita peleas absurdas y en los negocios abre puertas que suelen estar
cerradas por prejuicios. La tolerancia es el agua del mortero, lo que
permite que todos los materiales se mezclen formando una pasta
homogénea.
Difícilmente
se logre consistencia si no se agrega una medida de Justicia.
"La
justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su
derecho"
[Dominicio Ulpiano,
Jurista Romano del siglo III].
En esta simple definición no se habla de reprimir a nadie, se
aclara esto para quienes asocian justicia con castigo. Darle a cada
uno lo suyo, es darle a todos las mismas oportunidades, sin
distinguir por raza, religió o color. Si todos tienen las mismas
oportunidades, será responsabilidad
de cada individuo actuar libremente
para aprovecharlas o no.
Cada
uno de nosotros puede ser justo o no, pero en la medida en que no
actuamos justamente debilitamos la sociedad. Por lo general, los
prejuicios hacen a las personas injustas porque se vuelven
intolerantes y comienzan a ver con sus ojos y no a
través
de sus ojos. ¿Sera por eso que la Dama de la Justicia tiene los ojos
vendados?
En
una sociedad que no es justa, toda injusticia deriva en más
injusticia y el más pequeño acto desigual crece exponencialmente
con el tiempo, como una bola de nieve que cae por la colina.
Sócrates decía que era mejor padecer una injusticia que cometerla,
deberíamos reflexionar sobre esta afirmación, encuentro en ella una
fórmula para disminuir la injusticia. Con esto no se propone
colocar la otra mejilla a cada golpe, sino ser justos (no vengativos)
ante las injusticias. La sabiduría radica en pensar "Si he de
padecer un mal, que por lo menos sea injusto".
La
Fortaleza
es
otro gran material para la mezcla, esta virtud es una nítida
manifestación del espíritu de los hombres. Es esta virtud la que
impulsa a los hombres a superarse a sí mismos, aun cuando todo está
perdido. La voluntad es producto de la fortaleza y es necesaria para
que una sociedad progrese o se levante si es que ha caído.
La
Inteligencia
es
una cualidad que maximiza la Fortaleza. Esta cualidad es muy
importante ya que solo voluntad, no es suficiente, es preciso
canalizarla y esto se logra con inteligencia desarrollada a base de
instrucción.
Es
por esto que la buena Educación y las buenas condiciones de vida son
fundamentales en toda sociedad.
Son como las columnas de una pared. Una sociedad educada
y con necesidades básicas satisfechas
esta lista para emprender la marcha al futuro, sin volver hacia atrás
la mirada.
Todos
los materiales deben usarse en la medida justa,
ni
más ni menos.
Exagerar las proporciones de algún componente, da como resultado
mortero de mala calidad. Si es demasiado rígido no soportara
tensiones repentinas y si es demasiado blando, se desgranara con el
tiempo.
Paradójicamente
todos estos materiales yacen dentro de cada uno de nosotros, no se
consiguen en ningún otro lado, por lo tanto están a nuestro alcance
y disposición en cada momento. Entonces, ¿Porque
en muchas partes de la pared, el mortero es frágil y quebradizo, los
ladrillos están flojos y el viento penetra por las grietas?
Es
de notar que cuando una pared se desploma no lo hace ladrillo a
ladrillo, sino que quedan escombros enteros de ladrillos que estaban
bien unidos, esto se debe a que la pared sede donde el mortero es de
mala calidad.
Ya
alejándonos de la analogía, quiero resaltar, como bien lo hace
Josef
Pieper
en su libro “Virtudes
Cardinales”,
que en la actualidad no es muy habitual escuchar hablar de virtudes y
cuando se lo hace, solo es de forma curiosa o de manera irónica.
Casi como si las virtudes fueran un concepto del pasado que no cabe
en los espíritus modernos. Lamentable realidad, ya que las grandes
hazañas fueron realizadas por hombres virtuosos que hoy nos
conformamos con alabar y disfrutar de lo que ellos supieron
conseguir. Los nuevos ladrillos que apoyamos sobre los viejos,
deberíamos estar preparados para soportar a los nuevos que vendrán
(más la fuerzas que siempre están).
Si
cada uno de nosotros actuara de la misma forma en que actuaron a
quienes admiramos, el mundo sería un lugar más agradable
[Parafraseando
a José Ingenieros en su libro “Las Fuerzas Morales”],
la pared seria rígida y todos estaríamos más seguros. Por eso es
importante saber a quienes elegimos como ejemplo y por ello también
es muy importante actuar como si daríamos un ejemplo, como si
siempre hubiera alguien observándonos y aprendiendo de nosotros.
Cada individuo es importante, cada acción que efectuamos conlleva a
su respectiva reacción en la sociedad. Cada palabra que pronunciamos
compromete una realidad.
No
es bueno confundir la admiración con el fanatismo, no es lo mismo
admirar a alguien que idolatrar a alguien. Donde hay ídolos hay
fanatismo y el fanatismo genera violencia. El fanatismo es la humedad
en esta gran pared que conformamos, carcome por dentro hasta los
cimientos haciéndolos más débiles. Erradicar la humedad, una vez
que está avanzada, suele ser muy costoso y lo erróneo es remendar
la pared con alguna agradable decoración que tape las manchas. Estas
son solo síntomas de una enfermedad muy compleja que amerita un
estudio cuidadoso, pero que por suerte se puede prevenir.
Cada
uno de nosotros es libre y tiene en su poder forjar o no una pared
que nos permite acercarnos lo suficiente al Bien Común. Es nuestro
deber servir de apoyo a los futuros ladrillos y esto solo se logra
siendo virtuosos operativos y desarrollando buenas costumbres, algo
que no está en contra de la diversión y la felicidad que todos
deseamos. Ser buenos hombres no es excluyente con disfrutar de la
vida. Todos tenemos la responsabilidad de ser ladrillos y aportar a
la construcción de una sociedad mejor.
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