domingo, 31 de mayo de 2020

El origen de la Discordia


Hoy mientras escuchaba la conferencia de prensa de la directora del hospital y el intendente, me puse a leer las opiniones de las personas que se manifestaban en los comentarios de la transmisión. Así fue que se me ocurrió hacer esta reflexión. Quiero anticiparles que el grafico que voy a realizar lo copie casi directamente de un libro publicado en 1972 llamado "Los límites del crecimiento" que es de una investigadora llamada Donella H. Meadowns y su grupo de investigación.
El asunto son las perspectivas de cada persona. Todos tenemos problemas que resolver, algunos estamos preocupados por aprobar un examen, otros por conseguir trabajo, otros por darle de comer a nuestra familia, otros estarán preocupados por el dólar, por sus ahorros, otros tendrán problemas de saludos que los ocupan constantemente. En definitiva, todos tenemos preocupaciones que nos obligan a trazar perspectivas de nuestro futuro. Estas perspectivas se pueden ubicar en el tiempo y el espacio, es decir, aquellos que están preocupados por aprobar un examen de la escuela tienen una perspectiva que se ubica en un corto plazo de tiempo y en un cercano espacio físico (la escuela, la facultad), lo que podríamos llamar “problemas personales”. Los que están preocupados por la economía de un país tienen una perspectiva que se puede ubicar en el mediano largo plazo de tiempo y en un espacio físico de muchos kilómetros (un país entero), problemas que involucran a muchas más personas.
En este punto ver el grafico antes de seguir leyendo.



Lo que quise representar en ese grafico son las diferentes preocupaciones que tenemos las personas. Algunas están preocupadas por problemas de índole cercana en el tiempo y el espacio y otras por problemas de índole lejana. ¿Cuantas personas creen ustedes que están preocupadas por un problema que distinguen dentro de pocos días a una distancia de pocos metros, que involucra a pocas personas? ¿Cuantas personas creen ustedes que están preocupadas por darle de comer a sus hijos? ¿Cuantas personas creen ustedes que están preocupadas por un problema que identifican dentro de 100 años a una distancia de 100.000 km, que involucra a millones de personas? ¿Cuantas personas están preocupadas por el agujero de la capa de ozono? ¿Quiénes son más? ¿Los que se preocupan por cuestiones de índole cercana en el espacio y el tiempo o los que se preocupan por problemas de miles de personas en el futuro lejano?
Ahora bien, regresando a Chajarí... ¿Las perspectivas que tiene que tener la directora de un hospital en que parte del grafico se deben ubicar? ¿Y las perspectivas del Intendente de una ciudad?
Si bien estamos acostumbrados a separar la realidad en conceptos, la realidad es una sola, esto hace que muchas personas que se preocupan tan solo por problemas de su cercanía se sientan muy decepcionadas cuando sin importar cuantos esfuerzos pongan en algo (por ejemplo: su emprendimiento) siempre aparece una fuerza desconocida que parece impedirles progresar (por ejemplo: la economía de un país).
Generalmente cuando elegimos representantes en una ciudad o en una institución la principal diferencia entre dichos representantes y el resto de los integrantes del equipo son, precisamente, la perspectiva de las responsabilidades que deben procurar. Esto quiere decir que un intendente debe ocuparse (no solo preocuparse) de asuntos que atañan a una gran superficie (45000 habitantes) en un periodo de tiempo de más de una semana. Porque si solo se concentraría en resolver el día a día, entonces se encontraría con que aquellos problemas que residen en el futuro terminan por aparecer y afectarnos a todos.
En la actualidad nos hemos encontrado con que ciertos dirigentes del ámbito nacional, quienes deberían tener una perspectiva de largo plazo y gran alcance, nos han hecho creer que hay una separación tajante entre economía y salud. Diagnosticar la realidad sin tener en cuenta el plano de perspectivas y preocupaciones es una gran negligencia y no estoy sugiriendo que la cuarentena es una mala idea, lo que estoy diciendo es que no se puede pensar tan solo en un aspecto de la realidad y mucho menos si tu responsabilidad requiere tener una perspectiva más "global".
Conclusión, seamos tolerantes, no todos tenemos las mismas preocupaciones y es natural que así sea… es asunto de otra charla lo que determina nuestro horizonte de perspectivas, por ahora es todo.
Gracias por su tiempo.

viernes, 1 de mayo de 2020

El Trabajo (Marx tenía razón)


Amigos y camaradas, hoy es primero de mayo de 2020, día del Trabajador en Argentina y me pareció oportuno contarles acerca de algunos conceptos que tienen que ver con la economía y las relaciones humanas y que la gran mayoría de nosotros entendemos mal. Muchas veces porque nos los han enseñado mal, vicios que hay en nuestra educación inicial, y otras muchas veces porque nunca nos los han enseñado y un análisis demasiado lineal o una simple aplicación del aclamado “sentido común” no es suficiente como para comprenderlos.
Quizá alguna vez escucharon a alguien decir “esa nueva máquina va a dejar sin trabajo a mucha gente” o tal vez hayan escuchado a un técnico decirles con cierto temor “sé cómo hacerlo pero no puedo ayudarte, ese tipo de tareas las debe realizar un especialista, si meto mano me van a denunciar al sindicato”. Si me dan una oportunidad intentaré mostrarles cómo es que este tipo de razonamientos son producto de una historia mal contada desde hace ya demasiado tiempo… tanto que hoy estamos intentando saltear obstáculos que nunca terminan de aparecer y nos preguntamos por qué no dejan de aparecer… precisamente porque nos empeñamos en arreglar el foco y el cortocircuito está en el tablero.
El miedo a la máquina y la idea de que hay una cantidad limitada de puestos de trabajo y un número que no para de crecer de trabajadores, son el resultado de una lógica enfermiza que tiene sus orígenes en libros de magia que voy a intentar no mencionar en mi escrito para no indisponer a algún lector interesado en llegar al final, pero que quizá ve con simpatía dichos libros de ciencia ficción que se usan de material bibliográfico en muchas cátedras de nuestras universidades públicas.
Si hay algo que marcó el derrotero de la Humanidad, fue la idea fija de lograr el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo o dicho de otro modo, obtener más producción con el mismo esfuerzo. Esa simple idea, implícita o explícita, dependiendo el periodo histórico, hizo que dejemos de cargar el peso en nuestros hombros y lo pongamos sobre el lomo de las mulas o que inventemos la rueda, el trineo, la palanca y toda suerte de herramientas, procedimientos, técnicas, instrumentos y maquinas, por tal de que nuestro dolor físico sea atenuado  y nuestros días bajo el Sol sean más placenteros. Esto tiene casi el carácter de un axioma, no creo necesitar explicar por qué intentamos minimizar nuestros esfuerzos para obtener resultados. Pero he aquí un punto de inflexión donde las opiniones se dividen, por un lado está el grupo de personas que entendemos que lo más naturales es que todo proceso tienda a hacerse cada vez más eficiente y por otro lado se agrupan quienes están absolutamente convencidos de que una forma más eficiente de hacer algo elimina empleos y hasta hay una facción aún más revolucionaria de este grupo que considera, como consecuencia lógica de la idea anterior, que una modalidad menos eficiente de hacer las cosas creara nuevos puestos de trabajo. ¿Y vos de qué lado estás? Quizá piensen que estoy exagerando, pero cada vez que un sindicato hace fuerza para establecer restricciones legales que subdividan las tareas, lo que está haciendo es justamente enrolarse en el segundo grupo.
Este tipo pensamiento resulta de hacer un análisis de corto plazo y demasiado pormenorizado de los factores que influyen en la generación de trabajo.  Por supuesto que para que surjan nuevas industrias otras deberán morir, por ejemplo lo cocheros de caballos perdieron sus trabajos cuando nació el automóvil ¿Hoy alguien está en desacuerdo con eso?  

Si una ley impone que un trabajo que antes hacía un obrero, ahora lo tienen que hacer dos, la dueña de una casa que había conseguido ahorrar el dinero para contratar a un trabajador para que le construyera un salón, ahora tiene que contratar a dos. La ley cumplió con su espíritu “generar más puestos de trabajo”. Pero esperen un momento, completemos la frase, “generó más puestos de trabajo en la industria de la construcción”, porque el dinero que la señora tenía destinado a equipar dicha habitación con bicicletas para spinning ahora lo ocupó para el segundo obrero. Es decir, la industria de las bicicletas se vio desfavorecida, el bicicletero también y el profesor que dictaría las clases va a tener que esperar un tiempo más, hasta que se adquieran las bicicletas, para poder impartirlas.
Hablar de Economía es hablar de un sistema complejo de relaciones humanas, donde cada persona realiza un producto o un servicio para intercambiarlo con alguien que lo necesita. Cualquier análisis un lineal sobre sistema tan complejo resulta en conclusiones erráticas y cualquier intento de aplicar un cambio en estas relaciones, basados en un análisis lineal, tarde o temprano, termina por distorsionar el buen funcionamiento de todo el sistema. Lo que quiero decir es que si tenemos ideas simples sobre cierto fenómeno complejo, entonces vamos a entender mal la realidad y esto es peligroso sí de vos depende una decisión que afecta a otros (máxime si sos político). Por ejemplo, si por esas cuestiones de la vida estamos convencidos de que solo hay un número limitado de puestos de trabajo y nos toca pensar en una solución para que la gente no este “desempleada”, probablemente se nos ocurra promulgar (o decretar) una ley que instaurar un régimen de jornadas laborales de cuatro horas, entonces todas las empresas tendrán que obligadamente contratar al doble de trabajadores para poder producir lo que antes hacía un solo obrero en ocho horas. Por lo tanto lo que tendremos es obreros que se verán el sueldo dividido a la mitad. Es decir, para generar trabajo a gente sin empleo sacrificamos el empleo de otras personas. Ahora bien, supongamos que vivimos en un país con reglas extrañas y a un dirigente le parece sensato que la jornada laboral se reduzca a la mitad pero que el sueldo se mantenga intacto… entonces la empresa tendrá que duplicar sus gastos en sueldos, por lo tanto los costos se van a duplicar. En ese caso le solucionamos el problema del desempleo en ese rubro, pero duplicamos los costos de producción, por lo tanto los precios también crecerán en esa proporción. Entonces solucionamos el problema del desempleo a algunas personas pero “le complicamos” el día a día a otras.
¿Y entonces? ¿Es un callejón sin salida? No, en absoluto, es un problema complejo que amerita un análisis profundo y amplio.  Nuestras decisiones se basan en las teorías que forjamos, si nuestras teorías son erradas, tomamos decisiones malas. Las relaciones económicas que se dan entre individuos de una sociedad son tantas y tan influenciadas mutuamente, que no se puede diseñar una economía, es imposible centralizar el control, porque una mente humana o un grupo de mentes humanas no podrían nunca contemplar todas las posibilidades. Lo único factible es establecer reglas claras y sancionar a los tramposos y hacerse de paciencia, mucha paciencia.  Porque no se puede presionar los resultados. Siempre que nos quedamos sin paciencia compensamos la demora con nuevas decisiones…. Como cuando no sale el agua caliente en la ducha y abrimos todo el grifo de golpe… siempre nos vamos a quemar, es mejor soportar el agua fría unos segundos más que entrar en ese juego de manotazos a los grifos que nunca se sabe cuándo termina.
No quiero aburrirlos amigos, si llegaron hasta estas líneas, les agradezco. Quizá se pregunten que tenía que ver el título, absolutamente nada…  pero es que hay personas que si no es por el placer que sienten al “ganar” una discusión, no se motivan a escucharte. Y lamentablemente de esas personas abundan en lugares donde cada decisión tomada afecta a muchas otras personas.
Feliz día.


martes, 24 de marzo de 2020

La tragedia del terreno común y El Heroísmo de crisis




“Todos los infortunios de los hombres derivan de una sola cosa: no saber quedarse tranquilos en una habitación”. Pensamientos (fragmentó 126) Pascuala

¿Recuerdan ese viejo refrán que repetían los abuelos, que dice "los pingos se ven en la cuadrera"? bueno, no hay mejor oportunidad que las grandes crisis para demostrar la calidad de una sociedad - al margen de reconocer que “la crisis” forma parte de la cotidianidad de los argentinos desde hace ya algunas décadas - esta que se nos presenta excede, con creces, cualquiera de los escenarios vividos.

El COVID19 tiene todas las características de un enemigo formidable: Es sigiloso, al punto de ser invisible, conoce el terreno y se mueve con naturalidad en “el campo de batalla”. El modo en que raciona su virulencia - haciéndonos creer que es inofensivo -  genera esperanzas y en consecuencia, al no vernos acorralados, relativizamos el peligro real para nuestras vidas y entregamos nuestras primeras líneas de defensa.

La inteligencia del virus, ganada en franca batalla de adaptabilidad y mutaciones, se aprovecha de la insensatez de los potenciales huéspedes. Aprovecha nuestra dilatada acción entre la identificación, evaluación y coordinación para afrontar una situación que demanda prontitud y con ello capitaliza su factor de éxito. .

Si alguna vez fueron a BsAs y llegaron por Panamericana a eso de las nueve de la mañana, seguramente han tenido la experiencia de estar en un embotellamiento. Al principio el tránsito avanza normal y a medida que nos acercamos a la ciudad de la furia se hace cada vez más lento. Sin duda que en ese momento nos consideramos los únicos damnificados, pero en realidad entre todos los que estuvimos ahí contribuimos a generar el embotellamiento. En determinado momento aparecen los inspectores con silbatos y banderines y comienzan a coordinar el tránsito hasta que paulatinamente la circulación se normaliza.

Si atendemos a los detalles podríamos identificar algunos aspectos genéricos de la problemática. Por un lado tenemos un recurso - que como todo recurso es mejor considerarlo limitado - en este caso se trata de la ruta que tomamos para ingresar a BsAs. A su vez tenemos clientes de dicho recurso, los conductores que hacen uso de la ruta. El valor de este recursos disminuye a medida que cada cliente obtiene un beneficio individual del recurso compartido, es decir, con cada nuevo conductor pierde más valor la autopista, porque se hace intransitable.





Seguidamente, cuando llegamos a la parte donde los inspectores nos señalan un desvío y salimos a una zona más descongestionada, tenemos la idea de que la intervención fue la solución al problema y al otro día, cuando llegamos a la misma hora, en el mismo lugar y encontramos un embotellamiento estamos tan enojados que no nos damos cuenta de que la intervención no fue una solución duradera.

Este fenómeno social es comúnmente llamado "La tragedia del terreno común" y tiene la particularidad de generar en cada nuevo individuo que entra en la "tragedia" la idea de que es imposible aportar individualmente a la solución. También nos genera la idea de que sería deseable la intervención de una autoridad superior. Por ejemplo, los inspectores que coordinan para aliviar el tránsito. De hecho, si la solución fuera permanente sería apropiada dicha intervención, sin embargo los embotellamientos son casi todos los días ¿Por qué?

Pero hay otras preguntas más oportunas: En el ámbito de la Pandemia que estamos viviendo ¿Cuál es el recurso compartido? ¿Quienes son los que lo consumen? ¿Quien podrá intervenir? ¿Podrá alguien hacerlo o esta vez estamos solos? ¿En qué lugar y a qué hora será el embotellamiento? ¿Que podemos y debemos hacer para evitarlo?





Quizá lo primero que se viene a la mente cuando intentamos identificar un recurso crítico compartido, es el sistema sanitario, pero la verdad es que ese recurso, si bien es limitadisimo, es un recursos que va a escasear si no logramos detener la peste a tiempo y me atrevo a decir que aún nos quedan alguna balas de plata... y esas balas son el tiempo en estricta y concienzuda cuarentena. No he dicho nada revelador, la medida ya está tomada y por eso me sorprende ver aún algunas personas con su propia regla de excepciones a la norma.

Nótese en la gráfica (Gráfica 1), que si bien las medidas adoptadas por el gobierno se presentan como una ventaja sobre el modelo de peor comportamiento, al día 17 desde el inicio de la crisis, Italia tenía 3 casos y Argentina exhibía 128, ello ensombrece el pronóstico y refuerza el ejemplo de las balas de plata puestas en el cargador de la concienzuda cuarentena. Hay una serie de similitudes entre Italia, España y Argentina que apuntan a un comportamiento similar, las medidas gubernamentales adoptadas acá nos ubican en una mejor situación respecto a los mencionados, pero el éxito no radica exclusivamente en el tiempo de anticipación, sino en el uso coherente de ese tiempo para impedir la propagación de la epidemia en su fase crítica. El objetivo es aplanar la curva de contagios, sería imprudente pensar que lo vamos a frenar, ya está entre nosotros y va a circular como está demostrando, pero no es lo mismo atender 100 casos en 10 días que ese mismo número en 48 horas, no existe sistema de salud que soporte semejante complejidad.

Y aquí es donde vale la pena analizar otro fenómeno llamado "Heroísmo de crisis". Cuando estalla una crisis los involucrados tienen la percepción de que la urgencia justifica la flexibilización de ciertas "trabas" y "formalidades" que rigen el sistema cuando este no está presionado. Lo menos peligroso que puede pasar en estas situaciones es que algún que otro ansioso cruce un semáforo en rojo, los verdaderamente peligrosos son los oportunistas que aprovechan las deficiencias de un sistema sobrecargado para señalar sus errores y proclamar un cambio urgente, desestabilizadores, hombres meramente declarativos que nunca están predispuestos a brindar verdaderas soluciones. Lo cierto es que el Héroe solicita a su pueblo que se le otorguen más poderes en pos de actuar más "ágilmente". De hecho, el pueblo Romano tenía un magistrado excepcional al cual se le conferían poderes extraordinarios en situaciones de emergencia militar. Dicho magistrado era llamado El Dictado y estaba obligado a renunciar a su cargo luego de cumplir la tarea que le fuera encomendada.

Hoy lo que tenemos enfrente es diferente, la magnitud del enemigo, sus características, hacen que ninguno de las soluciones que hemos aplicado en el pasado sea adecuadas, es una guerra no convencional. Sin embargo, al menos por ahora, hay una sola forma de ser un héroe, manteniendo el respeto y los valores, para no agravar la situación y obstaculizar la coordinación que necesitamos para frenar el avance del COVID19. Seguramente aportaría mucho que todos estemos enterados de cuál es la estrategia que el gobierno tiene para combatir, que contribuyamos aplicando el sentido común a situaciones particulares muy elementales, evitando que el ya sobrecargado sistema gubernamental tenga que dedicar recursos humanos y materiales a cuestiones secundarias en tiempo de guerra. No nos engañemos, estamos en guerra y el objetivo es que caigan pocos soldados, no sirven conciertos postmortem, ni pintar el obelisco con los colores de la bandera, lo que realmente importa es vivir.




Ernesto Vilches Izquierdo,  Médico especialista en Medicina Interna
Guido O. Muchiutti,  Ingeniero en Sistemas de Información