“Todos los infortunios de los
hombres derivan de una sola cosa: no saber quedarse tranquilos en una
habitación”. Pensamientos (fragmentó 126) Pascuala
¿Recuerdan ese viejo refrán que repetían los abuelos, que dice "los pingos se ven en la cuadrera"?
bueno, no hay mejor oportunidad que las grandes crisis para demostrar la
calidad de una sociedad - al margen de reconocer que “la crisis” forma parte de
la cotidianidad de los argentinos desde hace ya algunas décadas - esta que se
nos presenta excede, con creces, cualquiera de los escenarios vividos.
El COVID19 tiene todas las características de un enemigo formidable: Es
sigiloso, al punto de ser invisible, conoce el terreno y se mueve con
naturalidad en “el campo de batalla”. El modo en que raciona su virulencia -
haciéndonos creer que es inofensivo -
genera esperanzas y en consecuencia, al no vernos acorralados, relativizamos
el peligro real para nuestras vidas y entregamos nuestras primeras líneas de
defensa.
La inteligencia del virus, ganada en franca batalla de adaptabilidad y
mutaciones, se aprovecha de la insensatez de los potenciales huéspedes.
Aprovecha nuestra dilatada acción entre la identificación, evaluación y
coordinación para afrontar una situación que demanda prontitud y con ello
capitaliza su factor de éxito. .
Si alguna vez fueron a BsAs y llegaron por Panamericana a eso de las nueve
de la mañana, seguramente han tenido la experiencia de estar en un
embotellamiento. Al principio el tránsito avanza normal y a medida que nos
acercamos a la ciudad de la furia se hace cada vez más lento. Sin duda que en
ese momento nos consideramos los únicos damnificados, pero en realidad entre
todos los que estuvimos ahí contribuimos a generar el embotellamiento. En
determinado momento aparecen los inspectores con silbatos y banderines y
comienzan a coordinar el tránsito hasta que paulatinamente la circulación se
normaliza.
Si atendemos a los detalles podríamos identificar algunos aspectos
genéricos de la problemática. Por un lado tenemos un recurso - que como todo
recurso es mejor considerarlo limitado - en este caso se trata de la ruta que
tomamos para ingresar a BsAs. A su vez tenemos clientes de dicho recurso, los
conductores que hacen uso de la ruta. El valor de este recursos disminuye a
medida que cada cliente obtiene un beneficio individual del recurso compartido,
es decir, con cada nuevo conductor pierde más valor la autopista, porque se
hace intransitable.
Seguidamente, cuando llegamos a la parte donde los inspectores nos señalan
un desvío y salimos a una zona más descongestionada, tenemos la idea de que la
intervención fue la solución al problema y al otro día, cuando llegamos a la
misma hora, en el mismo lugar y encontramos un embotellamiento estamos tan
enojados que no nos damos cuenta de que la intervención no fue una solución
duradera.
Este fenómeno social es comúnmente llamado "La tragedia del terreno
común" y tiene la particularidad de generar en cada nuevo individuo que
entra en la "tragedia" la idea de que es imposible aportar
individualmente a la solución. También nos genera la idea de que sería deseable
la intervención de una autoridad superior. Por ejemplo, los inspectores que
coordinan para aliviar el tránsito. De hecho, si la solución fuera permanente
sería apropiada dicha intervención, sin embargo los embotellamientos son casi
todos los días ¿Por qué?
Pero hay otras preguntas más oportunas: En el ámbito de la Pandemia que
estamos viviendo ¿Cuál es el recurso compartido? ¿Quienes son los que lo
consumen? ¿Quien podrá intervenir? ¿Podrá alguien hacerlo o esta vez estamos
solos? ¿En qué lugar y a qué hora será el embotellamiento? ¿Que podemos y debemos hacer para evitarlo?
Quizá lo primero que se viene a la mente cuando intentamos identificar un
recurso crítico compartido, es el sistema sanitario, pero la verdad es que ese
recurso, si bien es limitadisimo, es un recursos que va a escasear si no
logramos detener la peste a tiempo y me atrevo a decir que aún nos quedan
alguna balas de plata... y esas balas son el
tiempo en estricta y concienzuda cuarentena. No he dicho nada revelador, la
medida ya está tomada y por eso me sorprende ver aún algunas personas con su
propia regla de excepciones a la norma.
Nótese en la gráfica (Gráfica 1), que si bien las medidas adoptadas por el
gobierno se presentan como una ventaja sobre el modelo de peor comportamiento,
al día 17 desde el inicio de la crisis, Italia tenía 3 casos y Argentina
exhibía 128, ello ensombrece el pronóstico y refuerza el ejemplo de las balas
de plata puestas en el cargador de la concienzuda
cuarentena. Hay una serie de similitudes entre Italia, España y Argentina
que apuntan a un comportamiento similar, las medidas gubernamentales adoptadas
acá nos ubican en una mejor situación respecto a los mencionados, pero el éxito
no radica exclusivamente en el tiempo de anticipación, sino en el uso coherente
de ese tiempo para impedir la propagación de la epidemia en su fase crítica. El
objetivo es aplanar la curva de contagios, sería imprudente pensar que lo vamos
a frenar, ya está entre nosotros y va a circular como está demostrando, pero no
es lo mismo atender 100 casos en 10 días que ese mismo número en 48 horas, no
existe sistema de salud que soporte semejante complejidad.
Y aquí es donde vale la pena analizar otro fenómeno llamado "Heroísmo
de crisis". Cuando estalla una crisis los involucrados tienen la
percepción de que la urgencia justifica la flexibilización de ciertas
"trabas" y "formalidades" que rigen el sistema cuando este
no está presionado. Lo menos peligroso que puede pasar en estas situaciones es
que algún que otro ansioso cruce un semáforo en rojo, los verdaderamente
peligrosos son los oportunistas que aprovechan las deficiencias de un sistema
sobrecargado para señalar sus errores y proclamar un cambio urgente,
desestabilizadores, hombres meramente declarativos que nunca están
predispuestos a brindar verdaderas soluciones. Lo cierto es que el Héroe
solicita a su pueblo que se le otorguen más poderes en pos de actuar más
"ágilmente". De hecho, el pueblo Romano tenía un magistrado
excepcional al cual se le conferían poderes extraordinarios en situaciones de
emergencia militar. Dicho magistrado era llamado El Dictado y estaba obligado a
renunciar a su cargo luego de cumplir la tarea que le fuera encomendada.
Hoy lo que tenemos enfrente es diferente, la magnitud del enemigo, sus
características, hacen que ninguno de las soluciones que hemos aplicado en el
pasado sea adecuadas, es una guerra no convencional. Sin embargo, al menos por
ahora, hay una sola forma de ser un héroe, manteniendo
el respeto y los valores, para no agravar la situación y obstaculizar la
coordinación que necesitamos para frenar el avance del COVID19. Seguramente
aportaría mucho que todos estemos enterados de cuál es la estrategia que el
gobierno tiene para combatir, que contribuyamos aplicando el sentido común a
situaciones particulares muy elementales, evitando que el ya sobrecargado
sistema gubernamental tenga que dedicar recursos humanos y materiales a
cuestiones secundarias en tiempo de guerra. No nos engañemos, estamos en guerra
y el objetivo es que caigan pocos soldados, no sirven conciertos postmortem, ni
pintar el obelisco con los colores de la bandera, lo que realmente importa es
vivir.
Ernesto Vilches Izquierdo, Médico especialista en Medicina Interna
Guido O. Muchiutti, Ingeniero en Sistemas de Información
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