Amigos y camaradas, hoy es primero de mayo de 2020, día del Trabajador
en Argentina y me pareció oportuno contarles acerca de algunos conceptos que
tienen que ver con la economía y las relaciones humanas y que la gran mayoría de
nosotros entendemos mal. Muchas veces porque nos los han enseñado mal, vicios
que hay en nuestra educación inicial, y otras muchas veces porque nunca nos los
han enseñado y un análisis demasiado lineal o una simple aplicación del aclamado
“sentido común” no es suficiente como para comprenderlos.
Quizá alguna vez escucharon a alguien decir “esa nueva máquina
va a dejar sin trabajo a mucha gente” o tal vez hayan escuchado a un técnico
decirles con cierto temor “sé cómo hacerlo pero no puedo ayudarte, ese tipo de
tareas las debe realizar un especialista, si meto mano me van a denunciar al
sindicato”. Si me dan una oportunidad intentaré mostrarles cómo es que este
tipo de razonamientos son producto de una historia mal contada desde hace ya demasiado
tiempo… tanto que hoy estamos intentando saltear obstáculos que nunca terminan
de aparecer y nos preguntamos por qué no dejan de aparecer… precisamente porque
nos empeñamos en arreglar el foco y el cortocircuito está en el tablero.
El miedo a la máquina y la idea de que hay una cantidad
limitada de puestos de trabajo y un número que no para de crecer de
trabajadores, son el resultado de una lógica enfermiza que tiene sus orígenes en
libros de magia que voy a intentar no mencionar en mi escrito para no
indisponer a algún lector interesado en llegar al final, pero que quizá ve con
simpatía dichos libros de ciencia ficción que se usan de material bibliográfico
en muchas cátedras de nuestras universidades públicas.
Si hay algo que marcó el derrotero de la Humanidad, fue la
idea fija de lograr el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo o dicho de
otro modo, obtener más producción con el mismo esfuerzo. Esa simple idea, implícita
o explícita, dependiendo el periodo histórico, hizo que dejemos de cargar el
peso en nuestros hombros y lo pongamos sobre el lomo de las mulas o que
inventemos la rueda, el trineo, la palanca y toda suerte de herramientas,
procedimientos, técnicas, instrumentos y maquinas, por tal de que nuestro dolor
físico sea atenuado y nuestros días bajo
el Sol sean más placenteros. Esto tiene casi el carácter de un axioma, no creo
necesitar explicar por qué intentamos minimizar nuestros esfuerzos para obtener
resultados. Pero he aquí un punto de inflexión donde las opiniones se dividen,
por un lado está el grupo de personas que entendemos que lo más naturales es
que todo proceso tienda a hacerse cada vez más eficiente y por otro lado se
agrupan quienes están absolutamente convencidos de que una forma más eficiente
de hacer algo elimina empleos y hasta hay una facción aún más revolucionaria de
este grupo que considera, como consecuencia lógica de la idea anterior, que una
modalidad menos eficiente de hacer las cosas creara nuevos puestos de trabajo.
¿Y vos de qué lado estás? Quizá piensen que estoy exagerando, pero cada vez que
un sindicato hace fuerza para establecer restricciones legales que subdividan
las tareas, lo que está haciendo es justamente enrolarse en el segundo grupo.
Este tipo pensamiento resulta de hacer un análisis de corto
plazo y demasiado pormenorizado de los factores que influyen en la generación de
trabajo. Por supuesto que para que
surjan nuevas industrias otras deberán morir, por ejemplo lo cocheros de
caballos perdieron sus trabajos cuando nació el automóvil ¿Hoy alguien está en
desacuerdo con eso?
Si una ley impone que un trabajo que antes hacía un obrero,
ahora lo tienen que hacer dos, la dueña de una casa que había conseguido
ahorrar el dinero para contratar a un trabajador para que le construyera un salón,
ahora tiene que contratar a dos. La ley cumplió con su espíritu “generar más
puestos de trabajo”. Pero esperen un momento, completemos la frase, “generó más
puestos de trabajo en la industria de la construcción”, porque el dinero que la
señora tenía destinado a equipar dicha habitación con bicicletas para spinning
ahora lo ocupó para el segundo obrero. Es decir, la industria de las bicicletas
se vio desfavorecida, el bicicletero también y el profesor que dictaría las
clases va a tener que esperar un tiempo más, hasta que se adquieran las bicicletas,
para poder impartirlas.
Hablar de Economía es hablar de un sistema complejo de
relaciones humanas, donde cada persona realiza un producto o un servicio para
intercambiarlo con alguien que lo necesita. Cualquier análisis un lineal sobre sistema
tan complejo resulta en conclusiones erráticas y cualquier intento de aplicar
un cambio en estas relaciones, basados en un análisis lineal, tarde o temprano,
termina por distorsionar el buen funcionamiento de todo el sistema. Lo que
quiero decir es que si tenemos ideas simples sobre cierto fenómeno complejo,
entonces vamos a entender mal la realidad y esto es peligroso sí de vos depende
una decisión que afecta a otros (máxime si sos político). Por ejemplo, si por
esas cuestiones de la vida estamos convencidos de que solo hay un número
limitado de puestos de trabajo y nos toca pensar en una solución para que la
gente no este “desempleada”, probablemente se nos ocurra promulgar (o decretar)
una ley que instaurar un régimen de jornadas laborales de cuatro horas,
entonces todas las empresas tendrán que obligadamente contratar al doble de
trabajadores para poder producir lo que antes hacía un solo obrero en ocho
horas. Por lo tanto lo que tendremos es obreros que se verán el sueldo dividido
a la mitad. Es decir, para generar trabajo a gente sin empleo sacrificamos el
empleo de otras personas. Ahora bien, supongamos que vivimos en un país con
reglas extrañas y a un dirigente le parece sensato que la jornada laboral se
reduzca a la mitad pero que el sueldo se mantenga intacto… entonces la empresa tendrá
que duplicar sus gastos en sueldos, por lo tanto los costos se van a duplicar.
En ese caso le solucionamos el problema del desempleo en ese rubro, pero duplicamos
los costos de producción, por lo tanto los precios también crecerán en esa
proporción. Entonces solucionamos el problema del desempleo a algunas personas
pero “le complicamos” el día a día a otras.
¿Y entonces? ¿Es un callejón sin salida? No, en absoluto, es
un problema complejo que amerita un análisis profundo y amplio. Nuestras decisiones se basan en las teorías
que forjamos, si nuestras teorías son erradas, tomamos decisiones malas. Las
relaciones económicas que se dan entre individuos de una sociedad son tantas y
tan influenciadas mutuamente, que no se puede diseñar una economía, es
imposible centralizar el control, porque una mente humana o un grupo de mentes
humanas no podrían nunca contemplar todas las posibilidades. Lo único factible
es establecer reglas claras y sancionar a los tramposos y hacerse de paciencia,
mucha paciencia. Porque no se puede
presionar los resultados. Siempre que nos quedamos sin paciencia compensamos la
demora con nuevas decisiones…. Como cuando no sale el agua caliente en la ducha
y abrimos todo el grifo de golpe… siempre nos vamos a quemar, es mejor soportar
el agua fría unos segundos más que entrar en ese juego de manotazos a los
grifos que nunca se sabe cuándo termina.
No quiero aburrirlos amigos, si llegaron hasta estas líneas,
les agradezco. Quizá se pregunten que tenía que ver el título, absolutamente
nada… pero es que hay personas que si no
es por el placer que sienten al “ganar” una discusión, no se motivan a
escucharte. Y lamentablemente de esas personas abundan en lugares donde cada decisión
tomada afecta a muchas otras personas.
Feliz día.
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